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GNU Terry Pratchett

RIP Terry Pratchett 🙁

(I apologize for any grammar errors)

Terry-Pratchett-and-Death

 

Terry opened his eyes. He felt like he never felt before, something understandable if you realize he just passed away.  It didn’t seem for him a sad thing, because an ectoplasmatic being doesn’t have the glands needed to feel sorry.

– I BEG YOUR PARDON – said a voice that came from the inside of a hodd from which two blue stars shined like a supernova.
– Oh, it’s you – replied Terry. I wasn’t sure you were coming, you know…
– I COME FOR EVERYBODY.
– I understand, I’m only saying that as you are a literary charact…
– I AM AN ANTROPOMORPHIC REPRESENTATION.
– Belive me that I know that. I had you present in all my books.
– BE THANKFULL YOU HADN’T HAD TO PAY ME ANY ROYALTIES.
– Well, that is true. Although I also contributed to make you more popular. Not only in the Discworld, but in the Roundworld aswell. That’d count for something, right?
– THE REAPER  ONLY CONCERNS ABOUT THE CROP. YOU KNOW WHAT HAPPENS WHEN A PUBLIC WORKER LIKE ME MISSES HIS OCCUPATION DUE OTHER MATTERS.
– Another ordinary day?
Death stood in silence and over the ivory surface of his bony cheeks seemed to glow a slight red color.
– Oh, come on – said Terry. You were funnier in my books and not so deadly serious… No pun intended.
Death’s blue eyes turned into slits.
– DO YOU RATHER HAVE A DEADLY TIME?
– Why not? It doesn’t seem there is much to do around here.
– YOU COULD START BY PUTTING BACK ON YOUR HAT- said Death, giving Terry a frayed hat with his bony hand.
– That’s not my hat. It says sourcery there.
– OH, EXCUSE ME. IT’S FROM THAT ANNOYANCE OF RINCEWIND. HERE.
Terry put his hat on by a pure sugestion excercise of phantasmagoric will and asked: – Why would you have my hat?
– SO I COULD SAY THAT I TOOK MY HAT OFF BEFORE YOU,  GREAT MASTER.
– Ok, that was clever, I reckon, but you could also have brought some good liquor… How should I say?… Spirituous. I wouldn’t like anything more right know than to take a good drink.
Death took his scythe aside and showed a small metal flask.
– Really? –  asked Terry.
– WHAT COULD I SAY? THIS JOB CAN BE BORING AS DEATH.
Terry and Death toasted. They say a liquour is as good as old it is. Death’s one grow outside time’s limits, and it made a Châteaux Lafite-Rothschild to look like cheap wine.
– This soupe does certainly taste like something. I guess it could bring a dead back to life…
– ABSOLUTELY NOT.
– All right, all right. What now?
– NOW,  SIR PRATCHETT, IT FINALLY CAME THE TIME FOR US TO WALK TOGETHER.
And using his scythe, Death separated Terry’s spirit from his corporal shell and started to walk together towards the black desert under an infinite night.

Source: Once I find out, I’ll credit it.

Las siete clases de españoles

Las siete clases de españoles

1) los que no saben;

2) los que no quieren saber;

3) los que odian el saber;

4) los que sufren por no saber;

5) los que aparentan que saben;

6) los que triunfan sin saber, y

7) los que viven gracias a que los demás no saben.

– Pío Baroja

1984 (George Orwell)

La Inglaterra que Orwell describe en “1984”, y fuera de toda conjetura crítica o ideológica sobre sus fundamentos socio-políticos, nos presenta a una comunidad agotada, vacía y, por encima de todo, furibunda; que vive en un permanente estado de crispación avivado por el propio partido gobernante, quien basa el equilibrio del orden social interno en una propaganda beligerante hacia el “desorden externo”, creando un perpetuo estado de guerra que desvía la atención y el furor de la población fuera de sus fronteras, desviándola así del núcleo central de sus problemas e incluso concienciándolos con un martirio que se les hace creer necesario para su supervivencia. Este es, tal vez, el estrato más generalizado y visible de la propaganda del Partido Único de esta Inglaterra distópica. Una propaganda dirigida al más profundo rincón de la psique del individuo y cuyo éxito se fundamenta en la incertidumbre, en el miedo a lo desconocido, ya no como un peligro consciente y constatado sino como riesgo de perdida de la ya asumida sociedad, llevando así el concepto de “más vale malo conocido que bueno por conocer” hasta sus máximas consecuencias.

Como es obvio, este sistema se basa por entero en parámetros que, lejos de poder considerarse absolutos, poseen una naturaleza cambiante que acaba por denotar la debilidad argumental de la propia propaganda. Empiezan a surgir, así, los primeros brotes de “desorden interno” personificados en antiguos miembros del partido que representaban valores otrora fundamentales y que obligan al partido a adecuarlos a la nueva situación internacional para seguir manteniendo una ficción clave para la legitimidad de su poder.

Este problema de incongruencia interna del partido se ve solventado mediante la que será la más terrible arma esgrimida por el mismo: el idioma. Cuyo control va dirigido a dos fines muy diferentes, auque confluyentes, según el ámbito en el que se utilice. Por una parte, se realiza una extrema vulgarización sintética a fin de despojar a las palabras de cualquier significado contrario a la nueva dirección del partido, facilitando así la manipulación de la información pasada para que resulte consonante con la actual. Es decir, que la base de la manipulación se encuentra en la deconstrucción del idioma hasta su esqueleto más endeble, destruyendo cualquier significante derivable del mismo e imponiendo un significado único cuyo contenido, falto de intención más allá de la mera practicidad, viene determinado por los intereses del partido.

Por otra parte, y al contrario de la esterilización de contenidos que acabamos de mencionar, se construye una idea de “estado-persona” basada en la humanización del sistema político, adjudicando a sus funciones y ministerios denominaciones, ahora sí, de alto significado sentimental y hondo calado humano. Este sentimentalismo enfocado hacia el gobierno mistifica sus labores aludiendo a un fin aceptado y fervientemente deseado por la práctica totalidad de los individuos, mientras enmascara los medios y bases para su consecución, los cuales resultan precisamente contrarios al fin que se pretende.

Nos encontramos así, conque el “Ministerio de la Verdad” (“Miniver” en neolengua) se encarga de controlar la veracidad de la información a base de manipular los precedentes, generando constantemente mentiras que sustenten la verdad del momento. De este modo “la verdad”, como fin deseado, se vale de “la mentira” como medio de legitimación, dejando así a la auténtica verdad no sólo fuera del ejercicio del poder sino, además, en un plano completamente abstracto e inalcanzable que la convierte en un ideal esgrimible contra cualquiera.

Lo mismo ocurre con el “Ministerio de la Abundancia” (“Minidancia”), cuya base y medio para llegar a ese fin ideal que es la abundancia, no es otro que la austeridad. El “Ministerio de la Paz” (“Minipax”), que intenta mantener la paz interna mediante constantes guerras externas. Etc.

Toda esta sentimentalización del aparato político ejerce en los ciudadanos un ebrio fervor hacia esa bondadosa entelequia que es el Estado IngSoc, creándoles un sentimiento de amor hacia éste que los lleva, no sólo a anteponerlo a sus seres queridos y más allegados, sino también, a ellos mismos y a sus libertades.

Por último, cabe destacar la opinión del propio Orwell sobre esta manipulación de la información y que apareció en su libro “Mi Guerra Civil Española”:

“Ya de joven me había fijado en que ningún periódico cuenta nunca con fidelidad cómo suceden las cosas, pero en España vi por primera vez noticias de prensa que no tenían ninguna relación con los hechos, ni siquiera la relación que se presupone en una mentira corriente. (…) La historia se estaba escribiendo no desde el punto de vista de lo que había ocurrido, sino desde el punto de vista de lo que tenía que haber ocurrido según las distintas «líneas de partido». (…) Estas cosas me parecen aterradoras, porque me hacen creer que incluso la idea de verdad objetiva está desapareciendo del mundo. A fin de cuentas, es muy probable que estas mentiras, o en cualquier caso otras equivalentes, pasen a la historia. ¿Cómo se escribirá la historia de la guerra civil española? (…) es evidente que se escribirá una historia, la que sea, y cuando hayan muerto los que recuerden la guerra, se aceptará universalmente. Así que, a todos los efectos prácticos, la mentira se habrá convertido en verdad. (…) El objetivo tácito de esa argumentación es un mundo de pesadilla en el que el jefe, o la camarilla gobernante, controla no sólo el futuro sino también el pasado. Si el jefe dice de tal o cual acontecimiento que no ha sucedido, pues no ha sucedido; si dice que dos y dos son cinco, dos y dos serán cinco. Esta perspectiva me asusta mucho más que las bombas, y después de las experiencias de los últimos años no es una conjetura hecha a tontas y a locas.”

-Unrated-

Un Mundo Feliz (Aldous Huxley)

Sin entrar en el análisis de las numerosas referencias a personajes e ideologías políticas presentadas por el texto, Aldous Huxley nos muestra un mundo en el que la sociedad, desposeída de sus pasiones, acepta su papel de pieza del engranaje socio-económico cuyo objetivo no es sino la pervivencia del mismo.El fundamento del mundo que se nos presenta se erige sobre una concepción culpabilizadora de los sentimientos, señalándolos como causa de la continua inestabilidad social. Inestabilidad que trata de evitarse y se consigue, mediante la asociación de esos sentimientos a necesidades físicas de rápida satisfacción y la readecuación de las responsabilidades derivadas de aquellos sentimientos a la obligación de mantener el equilibrio estructural de la sociedad.Todo ello llevado a cabo bajo la idea del autocontrol inducido y la mecanización de los instintos como base del control de masas.

La contrapartida a este “Mundo Feliz” la encontramos en el mundo salvaje de “Malpais”, donde la comunidad se construye siguiendo el camino opuesto, reforzando los sentimientos y las responsabilidades derivadas de ellos creando individuos tan dependientes de sus sentimientos que resultan incompatibles con una correcta convivencia por la imposibilidad del consenso social en un plano tan abstracto que ve los sentimientos en contrario como una ofensa o peligro para su propia identidad.

De ambas sociedades se derivan paradójicas consecuencias que comparten, sin embargo, un mismo detonante: la infelicidad del ciudadano marginado por su propia comunidad. Así, en el “Mundo Feliz” y en “Malpais”, con sus estrictamente delimitados parámetros, podemos observar el rechazo que provoca la más mínima inadecuación a lo estipulado como “normal”, resultando esto en un aislamiento (voluntario u obligado) del individuo no ajustado a lo esperable.

Centrándonos, por ejemplo, en el personaje de Bernard Marx; puede apreciarse claramente cómo las mínimas anomalías que lo diferencian de sus congéneres lo llevan, partiendo del desprecio hacia su propia persona, hasta el desprecio por la sociedad en la que le ha tocado vivir. Mas este desprecio, tanto del protagonista hacia la sociedad como de ésta hacia él, resulta reforzado por el propio Bernard, que parece encontrar en su “desdicha” el perfecto vehículo de expresión para su individualidad frente a los impersonalizantes valores del sistema. Individualidad que no sólo es falsa, sino que podría llegar incluso a ser tolerable por el propio sistema por no ser otra cosa que la prueba palpable del correcto funcionamiento del mismo, ya que Bernard representa la inevitable anomalía que surge en cualquier proceso mecánico continuo y se repite periódicamente confirmando que “todo sigue en su sitio”. Esta falsa individualidad que Bernard cultiva bajo el ilusorio convencimiento de ser un testigo privilegiado de la verdad oculta tras el mundo, se ve revelada cuando éste acaba poseyendo el único elemento que realmente lo distinguiría como individuo diferenciado: John el Salvaje.

Es el simple hecho de llevar a John el Salvaje a la civilización, lo que distingue a Bernard del resto de sus conciudadanos. Un acto nacido de la voluntad más individual de Bernard, que lo distingue a un nivel realmente palpable de sus compañeros y que, por desgracia, de nada servirá. Pues cuando este hecho consigue que Bernard pase a ser considerado alguien no solamente aceptado sino de cierto interés dentro de esa sociedad, éste sucumbe a los mismos deseos que el resto de individuos. Convirtiéndose así en un ciudadano más que renuncia a sus inquietudes al ver colmadas sus apetencias físicas, demostrando que en el fondo lo único que deseaba era ser considerado normal.

Caso muy diferente es el de su amigo Helmhotz Watson quien, a pesar de ser considerado uno de los más importantes y respetados miembros de la sociedad desde un principio, no encuentra satisfacción alguna en su vida por las limitaciones que esta le impone a su sobre-cualificada persona.

John el Salvaje, por su parte, sufre el martirio de la exacerbada sentimentalización que provoca la entrada en conflicto de sus ideas con la racionalidad de su mente y sus necesidades corporales. Una continua lucha que lo lleva a odiarse a sí mismo y a los que le rodean por su incapacidad para integrarse en la sociedad (tanto en la salvaje como en la civilizada).

En conclusión, podemos indicar que el factor “desgracia” del individuo, según lo define Aldous Huxley, viene determinado por la inadecuación de estos mismos a un medio sobre-estandarizado que no contempla la sociedad como una pluralidad de individuos cuyas singularidades enriquecen al conjunto, sino como una única entidad cuya estructura se erige sobre piezas iguales en su concepción pero diferenciadas superficialmente por mera utilidad práctica.

–Unrated–